jueves, 12 de mayo de 2016

El control sobre el sistema educativo

Una de las preocupaciones iniciales del gobierno militar en materia educativa fue ejercer un control pleno sobre el sistema educativo. Dos días después del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, el delegado militar ante el Ministerio de Cultura y
Educación, César Guzzetti, designaba delegados en todas las direcciones nacionales y generales del ministerio. Esta resolución revelaba la preocupación inmediata de la Junta Militar por tomar el control del aparato burocrático educativo. La nómina de designaciones indica que no se trató de una ocupación estratégica de algunas áreas relacionadas con la gestión de las escuelas o las universidades, sino de un inmediato copamiento con miembros de las fuerzas armadas de la totalidad de las dependencias del Ministerio, desde las áreas de administración y personal, hasta las de educación del adulto o educación física. El sistema educativo representaba uno de los cuerpos más numerosos de la administración pública nacional. Además, en los años anteriores al golpe, las instituciones educativas habían sido escenario de procesos de radicalización política, creciente presencia sindical y habían experimentado distintas iniciativas de apertura de la participación de los actores escolares. Concurrentemente con este control ejercido sobre la estructura burocrática del sistema, la vida cotidiana de las escuelas sufrió el impacto de la represión, los secuestros y desapariciones, desde el inicio mismo de la dictadura. En alguna medida, estas políticas represivas, al menos en la dimensión específicamente pedagógica, registran ciertas continuidades respecto de gestiones educativas inmediatamente anteriores. a la de la dictadura. El ministro Ivanissevich había iniciado ya la persecución de docentes y el control ideológico sobre el cotidiano escolar. La dictadura impuso, de todos modos, un salto cualitativo al constituir estos elementos en el centro de su intervención en el sistema educativo. Más allá de este copamiento integral de la estructura del sistema, durante el período 1976 – 1983, la cartera educativa fue una de las que experimentó una mayor rotación de ministros: Ricardo Bruera, Juan Catalán y Juan Llerena Amadeo, durante la presidencia de Videla; Albano Harguindeguy, Carlos Burundarena durante la presidencia de Viola y Cayetano Licciardo durante las presidencias de Galtieri y Bignone ocuparon el Ministerio en seis años.

Desde el punto de vista de las propuestas educativas es difícil hallar un denominador común entre esta sucesión de ministerios, sin embargo, hubo una continuidad represiva a pesar de la rotación de las gestiones. A la desaparición y secuestro de estudiantes y docentes la acompañó la expulsión de maestros y profesores, el control de los contenidos, la prohibición de libros, el control de las actividades de los alumnos, padres y docentes, y la regulación de los comportamientos visibles (ropa, cortes de pelo, etc.) que se extendieron a lo largo de todo el período.

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